Experiencias místicas
En 1801, Isabel sufrió una misteriosa enfermedad que la puso al borde de la muerte, y después se curó de forma inexplicable, revelándose su primera experiencia mística. A Isabel le fue concedido el don de la visión y la profecía, y ofreció sacrificios por el Papa, por Roma y por la Iglesia, en la época de la persecución napoleónica.
En 1807, Isabel Canori ingresó en la Tercera Orden de la Santísima Trinidad, la rama laica de los trinitarios, donde conoció a Ana María Taigi, también terciaria trinitaria y mística y una de las mujeres más famosas de la Roma del momento.
Isabel profundizó en la espiritualidad trinitaria y ofreció su vida por la paz y la santidad de la Iglesia, la salvación de los pecadores y la conversión de su marido.
Sus virtudes cristianas y su fama de santidad se extendieron por Roma y localidades cercanas, y su hogar se convirtió en punto de referencia para todos aquellos que buscaban ayuda material y apoyo espiritual, especialmente familias necesitadas. Los pobres, pero también ciudadanos, políticos y hasta el Papa acudían a ella en busca de consejo.
Isabel Canori falleció en 1825 y fue enterrada en la cripta de San Carlos de las Cuatro Fuentes, donde sus reliquias siguen siendo veneradas. La urna con sus restos se encuentra debajo del altar mayor de la iglesia.
Poco después de su muerte, y como ella había predicho, su marido se convirtió, se unió a la Orden Terciaria Trinitaria y posteriormente se ordenó sacerdote en los franciscanos conventuales.