La Sacristía

Borromini diseñó el refectorio de San Carlino con paredes lisas, bien iluminado por tres grandes ventanales y techado con una bóveda rebajada y con lunetas. En el siglo XVIII, el refectorio pasó a ser sacristía.
La actual sacristía de San Carlino está compuesta por dos ambientes que corresponden a los antiguos ante-refectorio (también llamada Sala De Profundis) y refectorio de la comunidad trinitaria, diseñados por Francesco Borromini y que cumplieron su finalidad hasta la ampliación del convento en el siglo XVIII, a cargo de Alessandro Sperone.

Borromini diseñó el refectorio de San Carlino con paredes lisas, bien iluminado por tres grandes ventanales y techado con una bóveda rebajada y con lunetas. Bellas molduras de estuco recorren la cornisa y las aristas de las lunetas. En cada uno de los cuatro ángulos de la sala, bajo los correspondientes arranques de bóveda, aparecen en relieve la cara alada de un querubín, tan característico del estilo borrominiano.
‘San Carlos Borromeo en adoración a la Trinidad’, de Orazio Borgianni es el único testimonio que se conserva de la iglesia primigenia.
Tras la ampliación del edificio en el siglo XVIII, el refectorio pasó a ser sacristía; para ello se quitaron el banco y las mesas, y se colocaron bellos muebles de madera de castaño, con amplias cajoneras para albergar los diversos paramentos litúrgicos.

En la actual sacristía se expone el cuadro de ‘San Carlos Borromeo en adoración a la Trinidad’, de Orazio Borgianni. Este óleo, que presidía el altar, es el único testimonio que se conserva de la iglesia primigenia, la que existió desde la fundación de la comunidad en 1612 hasta la actuación de Francesco Borromini en 1634.

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