Claustro

El claustro borrominiano no quiso ser, como en los antiguos monasterios, un ámbito para el descanso o la meditación, sino que nació para conferir prestancia al convento y dignificar la acogida de los visitantes.

Francesco Borromini erigió en San Carlino un claustro en el amplio espacio que distaba entre el edificio del convento y la vía pública. Para su construcción se inspiró en los típicos atrios de las antiguas casas romanas, disponiendo un brocal de pozo en mitad del mismo para recoger el agua de lluvia.
Borromini se inspiró en los típicos atrios de las antiguas casas romanas

DOS NIVELES

El claustro es de planta rectangular –aunque sus ángulos fueron sustituidos por curvaturas convexas– y con doble nivel de alzado.

El primer nivel consiste en pares de columnas toscanas que sostienen una serliana que recorre y cierra todo el perímetro del claustro. La galería interna del primer nivel está cubierta por una bóveda de cañón continua, en las que se cruzan, sutilmente, sin aristas, las otras bóvedas más cortas que parten perpendicularmente desde los arcos de las serlianas.

El nivel superior está constituido también pares de columnas toscanas, en línea con las del piso inferior, pero de menor tamaño en sección y en altura, dando así la sensación óptica de mayor elevación del claustro. Las columnas de este segundo nivel están coronadas con capiteles octogonales, que sostienen una estructura adintelada que recorre rectilíneamente todo el perímetro del claustro. En la balaustrada de este segundo nivel, claramente barroca, llama la atención la alternancia recta e invertida de las balaustradas del pretil.

Via del Quirinale, 23 00187 Roma

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